Introducción
La etapa de educación infantil, pilar en el cual se sustenta todo el entramado de los sistemas educativos actuales (Andrés, 2015), supone un periodo privilegiado para la formación de los individuos. Los primeros años de vida son cruciales para «asentar unas consolidadas y prósperas bases que contribuyan a una visión global, felicidad, equilibrio emocional y aceptación personal plena de todos los seres humanos y culturas, siendo el mejor momento para el establecimiento y consecución de las competencias básicas que estarán presentes a lo largo de toda la vida» (González y Medina, 2017, p. 27).
En las últimas décadas se ha producido un creciente interés por esta etapa educativa, puesto que el adecuado tratamiento educativo de los niños de 0 a 6 años tiene beneficios no solo para los sujetos en cuestión, sino también para toda la sociedad en su conjunto (Comisión Europea, 2011). En este sentido, Llorent (2013) justifica parte de este interés en el aumento de las demandas de la sociedad y en los cambios acaecidos en la estructura familiar.
De manera simultánea y pareja a este creciente interés por la etapa de educación infantil, en los últimos años se han intensificado los debates sobre la formación inicial del profesorado de esta etapa educativa. El profesorado, como elemento clave de todo el proceso, debe tener una formación que responda tanto a las características básicas de la profesión como a las específicas de la etapa educativa en cuestión (Zabalza y Zabalza, 2011), para hacer frente de manera adecuada y precisa a las peculiaridades del alumnado de estas edades y a las cambiantes necesidades de la sociedad actual: «trabajar en educación infantil exige profesionales adecuadamente preparados y titulados, con las exigencias que requiere el debido conocimiento de estas edades» (Mir y Ferrer, 2014, p. 238)
Conscientes de este hecho, las universidades han intentado adaptar sus modelos formativos a las necesidades concretas que la actividad educativa diaria en las aulas demanda del profesorado en esta etapa, de manera que los nuevos docentes sean capaces de desarrollar una didáctica propia y ajustada a las circunstancias concretas de la etapa, encontrando y empleando modelos que faciliten el desarrollo de su labor educativa y puedan atender de manera efectiva a las exigencias y concepciones demandadas desde la sociedad actual (Borghi, 2011)
Investigaciones recientes sobre esta temática (Domínguez et al., 2015, 2017) evidencian la necesidad de que los nuevos modelos de formación inicial del profesorado de educación infantil se articulen en torno al avance de las competencias básicas, adaptadas a las necesidades y características de la etapa 0-6 años, y las creencias a potenciar en el desarrollo de la formación inicial de los futuros docentes.
Nuevos modelos de formación inicial de docentes de Educación Infantil basados en competencias y creencias
Las competencias docentes, entendidas «como el conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes, en calidad de recursos necesarios para resolver adecuadamente, en su quehacer profesional, los profesores» (Cardona, 2013, p. 91), constituyen un elemento clave para el desempeño de una buena práctica docente.
En los últimos años han proliferado el número de investigaciones que tienen por objetivo establecer un mapa de competencias básicas a desarrollar en los futuros docentes (Baldacci, 2014; Domínguez, 2015; Domínguez y García, 2012; González, Martín-Cuadrado y Bodas, 2017; Medina, 2009; Medina y cols., 2013; Medina, de la Herrán y Domínguez, 2017; Perrenoud, 2014). Si bien, dadas las peculiaridades concretas de la etapa de educación infantil, aun siendo conscientes de la existencia de unas competencias comunes al resto de docentes de etapas educativas superiores, el profesorado de educación infantil debe avanzar en unas competencias específicas propias de la etapa en cuestión.
El estudio efectuado por Domínguez et al. (2015) focalizado en docentes de Educación Infantil con más de diez años de experiencia y expertos universitarios con amplia trayectoria en la capacitación de docentes de esta etapa, resalta la necesidad de profundizar en el avance de la competencia comunicativa y emocional, esta última también apuntada por Pegalajar y López (2015). Igualmente, se considera de gran importancia para el profesorado de esta etapa la competencia lúdica, seguida de la innovación, la empatía y la creatividad.
La investigación efectuada por Cardona (2016) recalca la gran importancia de un óptimo dominio de la competencia comunicativa por parte de los docentes de educación infantil, puesto que está estrechamente vinculada con el desarrollo y adquisición del lenguaje oral y de la escritura por parte del alumnado de esta etapa.
De manera más reciente, la investigación llevada a cabo por Domínguez et al. (2017) entre profesionales en activo de esta etapa con amplia experiencia práctica, evidencia que el profesorado de Educación Infantil considera que las competencias fundamentales para el quehacer educativo diario son la emocional y la comunicativa, seguidas de la empatía, perseverancia, la competencia lúdica, el dominio de la innovación y la creatividad.
Por tanto, las principales competencias en las que ha de avanzar el profesorado de educación infantil (Figura 1) se asientan en torno a la dimensión afectivo-creativa, dimensión de identidad y calidad didáctica y dimensión contextual-cultural (Domínguez et al., 2015, 2017; González y Medina, 2017).
Figura 1. Principales competencias a trabajar en la formación inicial del profesorado de Educación Infantil
Las creencias, como conjunto de ideas, sentimientos y/o principios ideológicos, tienen una notable incidencia en la posterior actuación docente, «puesto que el nivel de identidad y compromiso con la profesión de los futuros docentes está ligado a la visión que cada persona tiene de su situación, de las oportunidades que descubre y desarrolla para avanzar en su realización profesional» (González y Medina, 2017, p. 36).
Wilcox-Herzog et al. (2015) señalan que las creencias, las intenciones y las conductas no son estáticas, sino dinámicas, y que ha de formarse en ellas al profesorado de educación infantil. Se destaca que cuanto mayor es la formación de docentes, sus creencias en torno a la educación se hacen más explícitas y reflexivas, facilitándose una mayor comprensión y entendiendo mejor el desarrollo de su actividad. Es, por tanto, necesario identificar y trabajar el conjunto de creencias del futuro profesorado de educación infantil, potenciando aquellas que son consideras vitales en un docente de esta etapa (Wilcox-Herzog et al., 2015):
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Establecer fluidas y prósperas relaciones de reciprocidad con las familias.
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Tomar conciencia y creer en el impacto que el contexto sociocultural tiene en la educación integral de los discentes.
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Enseñar para mejorar el aprendizaje y el desarrollo.
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Valorar el importante papel de los métodos y estrategias para educar y facilitar una educación de calidad.
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Planificar el currículum para alcanzar los objetivos y metas establecidas.
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Potenciar el cuidado de toda la comunidad educativa para mejorar el aprendizaje de los estudiantes.
En una línea similar, Domínguez et al. (2015) destacan una serie de creencias centradas en las potencialidades de los seres humanos, en las personas y en sus procesos formativos y en la profesión y relación familia-escuela, que es necesario considerar y abordar en la formación inicial del profesorado de Educación Infantil (Tabla 1).
Tabla 1. Creencias a trabajar en la formación inicial del profesorado de Educación Infantil (Adaptado de Domínguez et al., 2015)
Si bien, los resultados obtenidos en la investigación efectuada por Domínguez et al., (2015), resaltan la necesidad de trabajar con los futuros docentes de educación infantil el desarrollo y el reconocimiento del valor de cada ser humano, el respeto a la diversidad de todo el alumnado, reconociendo las potencialidades de todos los sujetos, y desarrollar en el profesorado la creencia de vivenciar la escuela como un proyecto común, estableciendo un contacto y atención continua tanto al alumnado como a la comunidad educativa en la que se encuentra el centro.
En este sentido, Gay (2015) destaca la necesidad de dotar de una formación profunda al profesorado en educación multicultural, dado que mejorará las propias creencias personales y profesionales acerca de sí mismos y de las personas y actores de otras culturas, con adecuadas creencias acerca de las potencialidades de cada ser humano.
Método
El diseño de nuevos modelos de formación inicial para los futuros docentes de Educación Infantil supone, en la actualidad, un gran reto para las instituciones universitarias. Este hecho es debido tanto a la transcendencia que tiene la educación en la primera infancia como elemento nuclear para el posterior desarrollo armónico del individuo (Domínguez et al., 2015), donde los docentes son la clave para asumir y dar justa respuesta a las cambiantes necesidades y desafíos de la nueva sociedad del conocimiento (González y Medina, 2017), como al convencimiento de que la demandada mejora de la calidad educativa ha de tomar como punto de partida y base a los mismos (Gento y González, 2014).
A la hora de plantear los nuevos modelos de formación del profesorado de educación infantil, es necesario contar con la participación activa de los docentes en ejercicio de esta etapa educativa, como verdaderos conocedores de la realidad educativa diaria, responsables de la administración educativa y, en un lugar destacado, con los expertos docentes universitarios con amplia trayectoria docente e investigadora en este campo. Así, centrándonos en las consideraciones del profesorado universitario experto en la formación de los docentes de educación infantil, como elementos nucleares en el diseño y desarrollo de nuevos modelos de formación inicial del profesorado de educación infantil, los objetivos de la presente investigación son:
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Delimitar las competencias a desarrollar en la formación inicial del profesorado de Educación Infantil.
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Determinar las creencias a potenciare en la formación inicial del profesorado de Educación Infantil.
En la presente investigación se ha empleado predominantemente la modalidad descriptiva. Si bien, dentro del ámbito de la investigación educativa, se puede definir también como activa, puesto que su finalidad es constatar una realidad con la intención de realizar propuestas de mejora. En su desarrollo se ha utilizado una metodología cualitativa, puesto que la meta de la investigación es aprender desde los datos, partiendo de lo que realmente se conoce (Richards, 2015).
Durante el primer trimestre del año 2017 se han realizado tres grupos de discusión con los equipos docentes de las Facultades de Educación de dos universidades españolas y una de México, seleccionando a los grupos como micro-método esencial (Stewar y Shamdasani, 2015). Posteriormente se realizó un análisis de contenido de los mismos, cuyos datos se presentan a continuación.
Resultados
Los expertos participantes en los grupos de discusión han señalado una serie de competencias en las cuales consideran necesario formar a los futuros docentes de educación infantil, agrupándolas en tres grandes bloques.
El primer bloque está formado por aquellas competencias que son básicas y necesarias desarrollar en el profesorado de infantil, sin las cuales el resto no tendrían sentido ni efectividad:
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Empatía, percibida como primordial en los docentes de esta etapa, puesto que no hay tarea más difícil para un adulto que situarse en el lugar de un niño de 3-6 años.
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Emocional, competencia clave en esta etapa, como medio para alcanzar un equilibrio en relación con los sentimientos y saber manejarlos.
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Comunicación, fundamental con alumnos, familias, resto de docentes y comunidad educativa en su totalidad.
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Lúdica, puesto que en educación infantil el juego es la base del aprendizaje, estando estrechamente ligada con la competencia metodológica.
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Investigación, como respuesta a la acción educativa diaria y a las dificultades que de ella se derivan, así como tratando de responder de manera ajustada a las cambiantes demandas de la sociedad.
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Diálogo entre culturas. Es necesario que el profesorado de esta etapa educativa, como uno de los primeros formadores de la identidad social de los nuevos miembros de la sociedad, sea capaz de dar una adecuada respuesta a la actual multiculturalidad existente en las aulas.
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Familiar, dado que el docente de educación infantil debe ser capaz de avanzar y afianzar en los cauces de comunicación familia-escuela, en busca del bien común del alumnado, dando así respuesta a las cambiantes demandas de la familia, que tienen su origen en la rápida evolución y continuos cambios que experimentan los niños de estas edades.
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Es imprescindible que los futuros docentes de infantil sean capaces de superar las diferentes circunstancias que tienen su origen en la acción docente diaria, adaptándose a posibles situaciones laborales adversas.
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Tutoría, percibida en educación infantil como acompañamiento y tutela del discente. Es fundamental que el profesorado la domine de manera adecuada, dadas las características del alumnado de estas edades.
Le siguen en importancia:
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Creatividad, destacada para afianzar la capacidad de desarrollar el pensamiento divergente en los niños de educación infantil, pues dada su espontaneidad, es un momento crucial para su avance. No obstante, según los expertos participantes, que el docente tenga una limitada capacidad creativa no implica que no pueda aplicar técnicas creativas con sus alumnos.
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Identidad profesional, entendida como la vocación, el convencimiento y el gozo con la profesión elegida, fundamental en la acción docente, especialmente en la etapa que nos ocupa. Si bien, los expertos señalan que este goce y disfrute con la profesión puede variar con el paso del tiempo (aumentado o disminuyendo).
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Planificación, dado que el docente de infantil debe ser capaz de diseñar, programar y desarrollar la normatividad con eficacia y precisión.
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Metodológica, entendida como el dominio de los caminos más adecuados y la adaptación de las tareas más pertinentes para el óptimo desarrollo de los nuevos procesos de aprendizaje-enseñanza, donde el estudiante es el núcleo en el cual se ha de poner el énfasis.
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Innovación, al considerar a los docentes capaces de ampliar la información y cultivar su propia formación permanente a lo largo de toda su trayectoria profesional, flexible y abierta a la mejora continua y legitimada.
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Perseverancia, donde los docentes deben estar capacitados para poner en juego todos los medios, recursos y estrategias a su alcance para contribuir a una óptima formación del alumnado.
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Comunitaria, puesto que es importante que el profesorado de educación infantil sea capaz de mantener fluidas y prósperas relaciones con el resto del entorno, en busca del bien común.
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Confianza, tanto en sus propias posibilidades como en las de los niños y niñas de una etapa vital para el equilibrio emocional y la afectividad sentida.
El tercer lugar lo ocupan aquellas competencias que los expertos consideran que, aun siendo necesarias en el profesorado de educación infantil, perciben como menos relevantes:
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Digital y diseño de medios didácticos. Si bien, es también una competencia importante para el profesorado de esa etapa, dado el mundo tecnológico en el cual nos encontramos, los niños tienen ya un amplio conocimiento en este ámbito. Por ello, los expertos creen que los docentes de infantil deben incidir en un trabajo más manipulativo del alumnado, excesivamente expuesto a la influencia digital.
En relación con las creencias acerca de la educación infantil que los expertos consideran necesario potenciar, destacan:
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Reconocimiento del valor de cada ser humano.
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Respetar la diversidad de todo estudiante, tanto en sus inteligencias como en intereses y motivaciones.
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Reconocer las potencialidades y capacidades de cada alumno.
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Conexión y contacto permanente con los niños de esta etapa educativa.
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Disfrute y gratitud ante la profesión generadora de nuevos modos de ser y de saber en un mundo global e interconectado.
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Sentir profundamente con las familias, estudiantes y comunidad educativa en su conjunto.
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Vivenciar la escuela infantil como un proyecto común, de todos y para todos.
Le siguen en importancia:
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Apertura al sentido de cada persona.
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Respeto al proyecto en curso y vital de cada estudiante.
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Sentimiento de comunidad y colaboración de toda la tribu para educar a cada persona.
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Estímulo a las múltiples manifestaciones de los seres humanos.
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Asombro ante la complejidad de cada persona.
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Disponibilidad antes las múltiples demandas de los niños de 0-6 años.
Conclusiones y propuestas
Los datos obtenidos evidencian la importancia de las competencias y de las creencias como aspectos clave en el diseño de los nuevos modelos de formación inicial del profesorado de Educación Infantil (Domínguez et al., 2017). Todo ello con la finalidad de que los futuros docentes sean capaces de responder de manera adecuada a las propias características de la etapa 0-6 años y a los cambios continuos de la actual sociedad del conocimiento.
Se confirma la importancia de las competencias estimadas en investigaciones previas (Domínguez, 2015; Medina y cols., 2013; Medina et al., 2017). Si bien, en el contexto de Educación Infantil es fundamental potenciar el avance en las competencias ligadas a factores humanos (Cardona, 2016; Domínguez et al., 2015; Pegalajar y López, 2015): empatía, emocional, comunicación, lúdica, diálogo entre culturas, familiar, tutoría y resiliencia, apoyadas por la investigación. Coincidiendo con estudios anteriores centrados en esta etapa educativa (Domínguez et al., 2015; 2017), la competencia considerada menos relevante es la digital y diseño de medios.
Dentro de las creencias, los hallazgos obtenidos están en sintonía con las conclusiones alcanzadas en estudios previos (Fives y Gill, 2015), especialmente con aquellos centrados en la etapa de educación infantil: Domínguez et al., 2015; Wilcox-Herzog et al., 2015. Es necesario potenciar en la formación inicial del profesorado de esta etapa educativa el reconocimiento al valor de cada ser humano, sus potencialidades y capacidades, respetando la diversidad de cada persona y potenciar el contacto y atención permanente a los niños de 0-6 años, a las familias y a la comunidad educativa en su conjunto, puesto que la educación infantil es un proyecto común que atañe a todos.
Al plantear los nuevos modelos de formación del futuro profesorado de educación infantil es imprescindible considerar la relevancia de las competencias y creencias abordadas, elementos nucleares para una óptima formación de los docentes del siglo XXI y la búsqueda de la calidad y excelencia educativa en una etapa educativa fundamental, en todo el entramado de los actuales sistemas educativos. Si bien, es necesario seguir profundizando en el contenido de las competencias y creencias, concepción de las mismas, variables que las definen y las relaciones entre ambas, analizando la interdependencia existente entre ellas y su influencia en la posterior práctica docente.
Referencias de información
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